Ciudadanía digital

 




Ciudadanía digital[1]

 

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os nuevos medios y redes sociales pueden ser una forma eficaz de empoderamiento ciudadano en la medida en que dan la palabra a aquellos que presentan reivindicaciones justas, las visibilizan y sirven para generar numerosos seguidores y apoyos (hay diversos ejemplos de cómo es posible, a partir de procesos de difusión viral, conseguir muchos apoyos en pocos días o semanas), además de generar conciencia ciudadana y participación activa.

 

Los nuevos medios y redes sociales pueden ser una forma eficaz de empoderamiento ciudadano en la medida en que dan la palabra a aquellos que presentan reivindicaciones justas, las visibilizan y sirven para generar numerosos seguidores y apoyos (hay diversos ejemplos de cómo es posible, a partir de procesos de difusión viral, conseguir muchos apoyos en pocos días o semanas), además de generar conciencia ciudadana y participación activa.

 


La Red, como plataforma global, se conforma como un nuevo espacio de encuentro o comunidad que funciona de forma paralela a las comunidades o espacios no virtuales (Vallespín, 2009). Ciertamente, se trata de un espacio dinámico, abierto y desterritorializado, sin límites geográficos, en donde las distancias pierden sentido y se generan nuevas formas de interacción y vinculación. Comunidades ubicuas y dispersas en las que se diluye la polaridad virtual / real. Se trata de espacios que posibilitan interactuar a las personas, relacionarse, compartir información y organizarse para actuar e, hipotéticamente, influir. En consecuencia, no se trata sólo de una nueva herramienta que optimiza lo existente, haciéndolo más cómodo y rápido, sino de un cambio cualitativo que puede afectar a las relaciones de poder (Subirats, 2011). En el momento actual, es posible para el ciudadano común hacer directamente cosas que antes hacía por la mediación de instituciones e intermediarios.


 

En este sentido, cabe pensar que las expectativas de participación en las cuestiones de interés público son ahora mayores porque son más directas e inmediatas. Sobre la base de estas nuevas formas de comunidad y relación que permiten coordinar la acción conjunta y generar sentido de pertenencia, cabe preguntarse por los mecanismos y dinámicas de los modos de participación ciudadana a través de María Dolores Cáceres Zapatero, Gaspar Brändle y José A. Ruiz San-Román. «Hacia la construcción de una ciudadanía digital».

 

Esta investigación además de aportar evidencia empírica a partir de datos de una encuesta ad hoc realizada a la población española, se enmarca en el debate intelectual en torno a una serie de conceptos-clave de las ciencias sociales como son la noción de participación, formación de nuevas comunidades, uso de los medios y tecnologías de la información, movimientos sociales, ciberactivismo y empoderamiento, que en buena medida, están siendo repensados a la luz de los desarrollos tecnológicos recientes.

 

Nuevas formas de comunidad y participación en el ecosistema digital

No se apunta nada novedoso al señalar que el ser humano es un animal social que vive una existencia grupal. Ahora bien, lo que sí constituye un aspecto diferencial respecto a otros momentos históricos, es la profunda transformación en las formas y posibilidades de agrupación actuales, derivadas de la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación. Probablemente el cambio más acusado tiene que ver con los condicionantes espacio-temporales que siempre han restringido las posibilidades de agrupación. En este sentido, si bien tradicionalmente uno de los requisitos sine qua non para que un grupo fuese considerado comunidad era la proximidad física de sus miembros, la innovación tecnológica obliga a revisar el concepto clásico de comunidad, toda vez que el contexto actual brinda posibilidades de relación y vinculación social independientemente de la co-presencia espacio temporal. En las sociedades actuales, las personas se asocian con sus semejantes en comunidades presenciales sobre la base de la relación cara a cara y crecientemente en comunidades virtuales que coexisten con las anteriores y a las que los individuos se adscriben a partir de interacciones con mediación tecnológica.

 

La formación y funcionamiento de las comunidades virtuales contemporáneas han llamado la atención de numerosos científicos sociales porque se presentan como una suerte de “multitudes inteligentes” o, al menos, como “gente capaz de actuar conjuntamente a pesar de que no se conocen entre sí” (Rheingold, 2002: XII).

El sociólogo norteamericano Amitai Etzioni, uno de los principales impulsores del denominado “comunitarismo”, publicaba en 1997 en la prestigiosa revista Science, una interesante comparación entre las ventajas de las comunidades virtuales frente a las comunidades presenciales (Etzioni y Etzioni, 1997). En ese texto se adelantaban varias de las cuestiones que, con el tiempo, han protagonizado el debate sobre los beneficios e inconvenientes de las comunidades basadas principal o únicamente en relaciones mediadas por ordenador. Dichas ventajas pasan por independizar la interacción de la co-presencia espacio-temporal de los actores como se ha apuntado y, lo que es más importante, la pertenencia a la comunidad se basa en un interés común o compromiso compartido sin que medie la relación personal. Por otra parte, pueden dar cabida a muchos más miembros activos que las comunidades presenciales toda vez que la participación no se restringe a límites espacio-temporales acotados y en muchas ocasiones, es posible que la participación en comunidades virtuales pueda resultar más segura que la implicación en reuniones presenciales. Por último, otro de los aspectos apuntados por Etzioni que ha cobrado actualidad es la posibilidad de explorar nuevas formas de sociabilidad y de gestionar identidades, tema que ha sido abordado en otras páginas por estos autores (Cáceres, Ruiz y Brändle, 2009).

Siguiendo el ya clásico análisis de Walther (1996) sobre las características de las comunicaciones mediadas por ordenador, se podría afirmar que aunque en algunas oportunidades estas pueden ser impersonales (la presencia del ordenador es un factor de despersonalización), en la mayoría de los casos se constituyen como relaciones puramente interpersonales y semejantes a la de las comunicaciones cara a cara; y, loque es aún más interesante, en muchas ocasiones se podría llegar incluso a un nivel hiperpersonal, de manera que la comunicación mediada por ordenador podría facilitar las condiciones para que la comunicación fluya con mayor calidad o intimidad, debido entre otras cosas, a que la mediación de tecnología puede facilitar, por ejemplo, la remoción de algunos obstáculos que impiden una comunicación interpersonal de calidad. Todo ello, no cabe duda, colabora a que las comunidades virtuales ganen en relevancia y visibilidad.

 

 

Características de los Ciudadanos Digitales

Conectividad Permanente

Habilidad en Comunicación Digital

Participación en Causas Sociales

Empatía en Línea

Alfabetización Digital

Conciencia de Seguridad y Privacidad

Pensamiento Crítico Digital

Gestión de la Sobrecarga de Información

Identidad Digital

Colaboración y Redes Sociales

Aprendizaje Continuo

Resiliencia Digital

Uso Responsable de la Tecnología

Capacidad de Adaptación

Conciencia Ambiental Digital

Liderazgo Digital

Participación Activa en la Red

Conciencia de Derechos y Responsabilidades

Ética en la Automatización y la IA



La tecnología es una herramienta poderosa que puede abrir puertas hacia el futuro, pero su verdadero valor radica en cómo la usamos para mejorar la vida humana, fomentar la creatividad y construir conexiones significativas en un mundo cada vez más interconectado.

 

 



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